Empatía en la Arquitectura


Empatía en la Arquitectura
La capacidad de percibir, compartir y comprender los sentimientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar. Identificar y reconocer lo que otro puede sentir, preocupándose por experiencias ajenas. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva cuando es consciente de que otros pueden ver y pensar de manera diferente.
Para aclarar el significado me remito a la información que Gabriel Sofía da en su libro “las acrobacias del espectador”, cuando cuenta que la pareja de investigadores Alain Berthoz y Gérard Jorland tienen una interpretación particular de este término aclarando: “Ese “dentro” no se refiere al hecho de sentir “en el interior” de nosotros mismos o “en el interior del otro”, sino que, según ellos, hace referencia a “sentir (desde) dentro” en cuanto que estamos inmersos en el evento, absorbidos por el ambiente…”
De esta manera, con esta acertada definición de empatía, cabe ponerse a pensar sobre una perspectiva mucho más compleja que el “sentir las emociones de los otros”, pues en el proceso empático entran en juego todos los factores que modelan la comunicación preceptiva a distintos niveles cognitivos. A diferencia de cómo nos acercamos a la acepción “sencilla” de empatía, con esta nueva acepción tenemos que tener en cuenta más factores como determinantes del mecanismo perceptivo.
Poder acercarse a la arquitectura desde la empatía implica tener la capacidad de salirse de las dimensiones tradicionales (del punto y línea sobre el plano) y darse la mano con nuestros compañeros neurocientíficos, quienes tienen ese gran don del acercamiento multidimensional y lo que es mejor, los instrumentos para materializarlo.
Parece que no nos queda otra opción que sacar uno de nuestros pies del estricto mundo de la geometría, y meterlo en el universo de las neuronas, para que, empapándonos de ambas cosas a la vez, podamos descifrar esta macro-estructura del mundo que comparten.
Menciona un artista “Es necesario tener una sana visión de la vida. Entender el concepto que significa caminar, sentarse y tumbarse cómodamente, disfrutar del sol, la sombra, el agua contra el cuerpo, la tierra y todas las sensaciones menores. Si se quiere alcanzar la armonía entre el espacio que se crea y lo que en él se va a desarrollar, la base de la arquitectura debe ser el bienestar. Resulta simple y muy razonable.”


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